EL AMOR POR UN@ MISM@

La mayoría de nosotros hemos llegado en algún momento a la conclusión que necesitamos amarnos más

¿En qué consiste amarnos? ¿Qué hacer para fortalecer nuestra autoestima? ¿Tomarnos en serio? ¿Hacer lo que nos gusta? ¿Cuidar de nuestro cuerpo? ¿Poner límites? ¿Usar afirmaciones? ¿Salir en nuestra defensa? Todo esto es parte de, pero lo que a mí más me ha ayudado a construir una relación amorosa conmigo misma ha sido parar de criticarme.

 

Parar de criticarse

La primera vez que oí esta idea, fue a través de las enseñanzas de Louise Hay 15 años atrás. Este concepto caló profundamente en mí porque reconocía que había desarrollado desde muy niña, una implacable voz crítica y estaba segura que mi depresión tenía relación directa con ella. Recuerdo que fascinada con esta nueva manera de relacionarme conmigo misma, le comenté a mi hijo, de entonces 12 años, de lo destructivo que era autocriticarse y que había decidido parar de hacerlo. El me cuestionó: “¿Cómo vas a mejorar si no te criticas?” No sé si fui capaz de clarificarle en ese momento la diferencia entre el criticarse y reconocer nuestros errores y defectos pues la línea que los separa es delgada. Opino que socialmente hay una sobrevaloración de la crítica. La educación que recibí y pienso que no es exclusividad de mi familia ni del país donde crecí, se enfoca en señalar lo que hacemos mal y deja de lado mencionar y celebrar lo que SI hacemos bien.

 

Entrenados a ver lo “malo”

Cuando nos criticaron en exceso, nuestra mente fue entrenada a encontrar lo que hacemos mal y lo que no funciona en nuestras vidas. Comenzar a darnos palmaditas en la espalda por aquello que hicimos bien y apreciar nuestros logros y esfuerzos por mejorar, nos puede resultar exagerado, falso, superfluo y hasta ridículo al principio. Reconozco que es más fácil comenzar por imaginar que nuestr@s niñ@s interiores nos están escuchando y que lo que nos digamos se lo estamos diciendo a ell@s para ir cambiando el chip; Trabajar con el/la Niñ@ Interior en dónde vemos lo poco validados, apoyados, protegidos, etc, que fuimos de niños, puede ser una gran motivación para desarrollar una voz que se concentre en nuestras fortalezas y nos trate con paciencia y compasión. Un buen comienzo es ponerle atención a esa voz que nos critica, desanima y/o asusta y “escucharla” sin juicio. Observar la forma en que ella nos habla es revelador.

 

Sobre las voces

Generalmente, el crítico interno se instauró en nosotros a muy temprana edad. Este puede ser la voz interiorizada de alguno de nuestros padres/cuidadores o incluso la del niño o niña interior de cierta edad que intenta ayudarnos. Hay grados de severidad en estas voces de acuerdo a cómo nos trataron. Si tu voz es intensamente dura o incluso cruel, te recomiendo el trabajo con el niño interior para descubrir qué creencias hay detrás de ella y desmantelarlas. Si mas bien tu crítico interno es “manejable”, una buena idea es dialogar con él. Decir que no eres perfecto/a, y que nunca lo serás y que agradeces el feedback; que te ayudaría mas que se fije en las cosas que haces bien y luego escuchar qué te responde. Toda voz interna, aún la mas insidiosa y negativa está tratando de protegernos y ayudarnos usando mecanismos que fueron desarrollados años atrás con una razón válida, pero que ahora sólo nos obstaculizan.

 

“Deja, tú no sabes”

Si aún piensas que criticarte es bueno para ti, te invito a imaginar esta escena familiar en dónde a un niño o niña se le dan constantemente mensajes como estos: ¡Torpe! ¡Deja, tu no puedes! ¡Tonto! ¡Me tienes hart@! Cállate, tu no sabes. Niñ@ mal@, floj@, mentiros@. Nunca vas a llegar a nada. Sacaste todos los defectos de tu padre/madre. ¿Por qué no aprendes de tu herman@/el vecinito? ¡Me vas a matar de un colerón! ¿Dónde tienes la cabeza?

¿Crees que este niño o niña va a crecer con una sana auto imagen? Sabemos que no. Por otro lado, si a este niño/a le hubieran dicho que confían en él/ella, que es inteligente y talentos@, que está destinado a alcanzar sus sueños, que su opinión importa, que es únic@; y que cuando haga algo positivo, se valoren sus actos, que se le diga que están ogullosos de él/ella, que es un niño/a buen@ y que se le ama porque existe. Como te imaginas que crecerá este/a niño o niña? Confiando en si mism@?  ¿Sintiendo que merece relaciones amorosas y respetuosas y una vida satisfactoria? ¿Sabiendo que vale? ¿Que se perdonará fácilmente sus errores y será mas proactivo? Apuesto que sí.

 

Maternizándonos

De esto se trata maternizarnos: de convertirnos en el padre/madre que hubiéramos querido tener. Suena simple pero no lo es. Algo que recomiendo mucho a mis clientes es que cuando se les salga una crítica se pidan perdón y luego transformen el mensaje negativo en uno positivo. Por ejemplo, si se dicen: “¡Qué tonto/a soy! ¡Siempre hago lo mismo! Nunca voy a cambiar”, decirse: “No eres tonto/a. Eres inteligente y te amo. Todos nos equivocamos. Sé que la próxima vez lo harás mejor.” Y por supuesto, comenzar a darnos cumplidos cada vez que hagamos algo positivo por más simple que esto sea.

Te animo a hacer este experimento aún cuando al comienzo, te sientas incómod@ o pienses que es una tontería. Tratarte con amor y comprensión y valorar lo positivo en ti, como si le hablaras a un niño o niña pequeña que está aprendiendo y haciendo lo mejor que puede, es un hábito que va a mejorar tu autoestima de manera radical. Consciencia y repetición son claves.