MI PAPÁ Y MI CEREMONIA DE SAN PEDRO

Hace unas semanas experimenté una especie de parálisis relacionada con algunas decisiones financieras y laborales. Grandes dudas e inseguridades me asaltaban como hacía mucho tiempo no lo hacían. La crisis fue intensa y decidí darle una oportunidad a las plantas sagradas, aceptando la invitación de Samer Mouawad, un chamán y herbolario que dirige un centro de curación cerca de donde estoy. Su ofrecimiento fue participar en una ceremonia de San Pedro, lo que significó superar mis reservas sobre la efectividad de los psicodélicos. (San Pedro o Huachuma es un cactus tradicionalmente utilizado por los curanderos de las regiones andinas que contiene mescalina).

 

La ceremonia comenzó temprano en la mañana. Desde los grandes ventanales pudimos disfrutar de la impresionante vista de las montañas bañadas por el sol naciente. Samer comenzó a silbar mientras sostenía la medicina que estábamos a punto de beber. Esto inmediatamente me trajo a la memoria a mi padre, que murió hace unos años: El siempre estaba silbando. Más tarde, cuando el cactus estaba activo en mi, claramente mi papá se hizo presente. No es que lo viera, sentí su energía y pude comunicarme con él. San Pedro es muy conocido por abrir el corazón y eso fue precisamente lo que hizo conmigo. No voy a negar que mi reacción física a la medicina fue dura pero los resultados justificaron la incomodidad.

 

Mi papá tuvo mucho que ver con mi relación con el dinero. El, contador de profesión, siempre me había apoyado de muchas maneras, pero no había estado totalmente de acuerdo con mi decisión de convertirme en artista. Y en los últimos años no entendía por qué había dejado el arte para abrazar algo nuevo como el coaching. – ¿Serás capaz de vivir de eso? – se preocupaba. Sentí que a pesar del cariño y respeto que siempre nos habíamos tenido, una especie de distancia creció entre nosotros. Eso fue doloroso y triste, más aún porque no mucho después de eso, dejó este plano material.

 

La aparición de mi papá en la ceremonia tenía un objetivo claro. Quería hacerme saber que no sólo me amaba mucho, lo cual yo de hecho siempre supe, sino que confiaba en mí en eso mismo sobre lo que me cuestionaba cuando estaba vivo. Me animó a confiar en mí, a seguir adelante con mis planes. ¡Me estaba aprobando! Eso fue muy conmovedor. Nos pedimos perdón el uno al otro. Al final solo quedaba amor, mucha calma y una sensación de totalidad. Esta experiencia me reunió con mi papá de la manera más hermosa y profunda.

 

Al día siguiente, me desperté sintiéndome entusiasta, empoderada y segura. Miré el calendario, elegí hacer las llamadas que estaba postergando, hice planes y actué. El miedo fue reemplazado por la confianza. Me sentí renovada y ligera. Lista para dar ese salto que no había podido por meses.

Quiero agradecer a mi papá, Samer, Chris, Sara, Gran Espíritu, abuelito San Pedro, apus y todo mi equipo celestial por todo lo vivido ese día. La vida es una gran aventura. Me siento bendecida.

 

Si quieres conectarte con Samer haz clic aquí: SHAMAN SAMER